lunes, 2 de noviembre de 2015

LECTURA 9 HISTORIA DE UN MAL ENTENDIDO Shopenhauer y Wager

La noche del 2 de enero de 1869 Wagner y Cosima von Bülow, escudarían en su biblioteca, en Tribschen, en busca de algo para leer después de la cena. Según Cosima, descartan a Platón: el libro está en malas condiciones y necesita ser encuadernado de nuevo. Walbnstein de Schiller también es pasado por alto, pues lo habían leído pocas semanas antes. Una obra del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca es rechazada como "demasiado sentimental". Shakespeare también es dejado a un lado, y, finalmente, los dos se deciden por algunos pasajes de la Odisea. Cinco semanas más tarde, el 11 de febrero de 1869, Calderón entra en el diario de Cosima, con una aguda intuición del mismo Wagner, idea directamente relacionada con Parsifal, todavía en el fondo de su subconsciente, esperando a ser compuesta unos nueve años después: "Hablamos mucho acerca de Calderón. R. hace hincapié especial en cómo en los dramas de Calderón, después que los personajes han literalmente agotado toda su pasión, llega el momento en que experimentan una repentina reversión de la voluntad, y un ánimo de completa resignación los desvía de sus violentas acciones, haciéndolos aparecer magnánimos y nobles".

Esta interpretación del destino de los protagonistas de Calderón es sumamente errónea, casi nietzscheana en su perversidad. Lo más seguro es que Calderón mismo no hubiera sabido de qu8 hablaba Wagner. Por ejemplo, en el drama secular más renombrado de Calderón, La oída es sueño, aparece un bárbaro protagonista llamado Segismundo, príncipe y futuro rey de Polonia, que ha sido injustamente encarcelado por su padre, alarmado por los malos presagios que habían acompañado su nacimiento. Se implica que la astrología ha predicho y quizá determinado el carácter vicioso de Segismundo en la primera parte del drama.

De todas maneras, el contacto directo de Wagner con la obra de Calderón parece escaso. Tal vez porque un genio como Richard Wagner absorbe a un predecesor en apariencia menor, Calderón de la Barca, que después desaparece dentro del cuerpo de ese imperioso apropiador, Wagner. Este leyó a Calderón con servil obediencia a los principios filosóficos generales de Schopenhauer, y eso origino, a la vez, su creciente impaciencia para con el maestro español. Pero Schopenhauer no pudo entender, ni entendió, la visión del mundo de Calderón, aunque Calderón representa la esencia de la teoría de la "tragedia cristiana" de los filósofos. La intercesión de Schopenhauer es esencial para comprender este malentendido.





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