Poiesis, entendido de acuerdo con la sobriedad griega, no significa más que producir y praxis significa actuar. Cuando Herder llama música arte “energética” quiere decir con ello que es esencialmente acción (energía), no obra (ergon).
La idea de que la música es una suma de obras, idea irmemente enraizada desde hace más de un siglo y medio, es al parecer algo sobreentendido. Sus inicios se remiten al siglo XVI. En su tratado Música de 1537, el cantor Nocoulas Listenius, que había estudiado en Witternberg y estaba bajo la influencia de Melanchthon, hacía figura la composición como poiesis. De la música práctica, de la actividad musical, separaba una música poética consiste en hacer y reproducir: un trabajo mediante el cual se saca algo a la luz, que incluso tras la muerte del autor representa una obra completa y existente por si misma, al margen de su representación sonora no penetra sin embargo en la conciencia del “conocedor y aficionado” hasta el siglo XVIII.
Por otra parte, sería erróneo negarle rigurosamente una objetividad que existe por sí misma. También la música es, de forma análoga a una obra plástica, un objeto estético, objeto de contemplación estética. Sin embargo, su objetualidad se muestra más de forma indirecta que inmediata, no en el momento en que la música suena, sino sólo cuando el oyente, al final de una composición o de una parte de la composición, se vuelve a lo pasado y se lo re-presenta como un todo cerrrado
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